domingo, 12 de octubre de 2014

"El unicornio". Manuel Mújica Laínez




Debo reconocer que he tardado más de la cuenta en leer esta novela. Pero eso no significa que no me haya gustado. Es una gran obra. 
Su autor consigue mezclar la realidad con lo fantástico de una manera tan natural, que al lector no le choca en absoluto que el mundo de las hadas y los duendes conviva con la cruda realidad de la Edad Media.
Parece que esta época histórica admite esta convivencia, más que cualquier otra etapa. Incluso los propios personajes de la novela no se asombran cuando lo paranormal aparece en su mundo cotidiano. Forma parte de su rutina y lo ven como algo "normal".

A pesar del título, no es un unicornio el protagonista de la novela. La verdadera protagonista y narradora de la historia es el hada Melusina, que por una maldición de su madre la también hada Presina, está condenada a vivir eternamente, ya que es inmortal. Ella es la encargada de narrarnos, a través de varias generaciones, todo lo que les ocurre a sus descendientes, a los que acompaña de forma invisible a lo largo de sus vidas. 

El amor imposible está presente en toda la obra, ya que Melusina, además de a la inmortalidad, está condenada a no ver satisfecho su amor imposible por uno de sus descendientes, el bello Aiol, que a su vez enamoró a su hermana Azelaís.... y llegados a este punto no voy a desvelar nada más. 

Es una novela llena de misticismo, de héroes y luchas medievales, de castillos, de doncellas y damas perversas, cruzados, trovadores, de intrigas, amores, traiciones,... todo ello adornado con una prosa muy cuidada y densa,  y ambientado en Francia y el Oriente Medio (Petra, Jerusalén...), donde nos encontraremos, entre otros, con el  joven rey leproso de Jerusalén, Balduino IV, con Sibila y hasta con el judío errante.
Poesía hecha prosa en una obra maestra.

El autor: 

Manuel Mújica Laínez (1.910 - 1.984). Nacido en Buenos Aires y apodado "Manucho". Periodista y escritor. Se considera que su obra maestra es "Bomarzo". 

Para ampliar información pincha aquí







Fragmento: 

"En dos o tres oportunidades, cambié con el conde de Flandes unas frases pasajeras. Por ellas entreví que su austeridad era acaso un barniz con el cual disfrazaba su indecisión. 
_ Melusín de Pleurs,- me dijo, mientras íbamos atravesando la sonriente Provenza, que perfumaba nuestra marcha con sus rosas-, ¿Existirán las hadas, caballero Melusín, o serán invento de trovadores?
 _ Existen, monseñor.
 _ ¿Cómo lo sabes?
_Todo el mundo lo sabe, monseñor. Existen las hadas, como existen los ángeles. 
Quedó en suspenso, como si meditara. Enseguida, frunció el ceño: 
_Los ángeles son criaturas de Dios. No juegues con ellos, que sería profanar. 
Me torcí un poco, respetuosa, en el caballo. Hubiera podido argüirle que nuestra senda, a través de Francia, estaba sembrada de hadas y de ángeles, pero no me hubiese entendido y quizás hubiera tomado por loco al joven caballero. Y sin embargo, enjambres de ángeles y enjambres de hadas cruzaban el cielo constantemente, en el largo camino. Los ángeles balanceaban sus incensarios encima de la tropa que se dirigía a Jerusalén, y las hadas, reconociéndome bajo la insólita envoltura militar, me saludaban desde lejos, asombradas. "


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