martes, 28 de octubre de 2014

"La muerte en Venecia". Thomas Mann.



Como no hay mal que por bien no venga, gracias a la faringitis que año tras año se empeña en hacerme una visita en otoño, he podido leer unos días más de lo habitual. Uno de los libros que he leído casi de una sentada ha sido éste. 

Escrita en tercera persona, cuenta la historia de Gustavo Aschenbach, un autor de edad avanzada que reside en Munich y que decide hacer un viaje en solitario, porque siente la necesidad de escapar de su rutina, cambiar de aires y descansar.
Finalmente, su destino será Venecia. 

No diré mucho más del argumento, tan sólo señalar que es una novela muy psicológica, el autor consigue que el lector sepa cómo piensa y cómo siente el protagonista. Toda la historia gira en torno a él, y en todas las vicisitudes por las que pasa, conoce el lector qué piensa en cada momento. 
En su viaje entrarán en escena dos elementos que marcarán para siempre su vida y su destino: uno de ellos es Tadzio, un guapísimo adolescente que enamorará a Aschenbach, y el otro es una desconocida y extraña epidemia que parece que está invadiendo Venecia durante su estancia, pero que es negada por todos.

El tema de la homosexualidad es tratado con muchísima sutileza y delicadeza, y realmente es un tratado sobre el amor platónico, dando igual que en este caso sea de un hombre hacia otro. Aschenbach pierde la razón y la cordura porque en su mente todo lo invade el jovencísimo Tadzio, que tan joven es, que nos lo describe casi siempre jugando con otros chicos en la playa, o acompañado de sus hermanas de compras o en el comedor del hotel.

Venecia es descrita de forma que a medida que vas leyendo, te ves transportado a los canales, los puentes, las góndolas y las calles repletas de tiendas...

Resumiendo, una novela corta que brilla por donde se la mire: el estilo de Thomas Mann, que en este caso es muy ágil debido a la brevedad de la obra, el escenario donde se desarrolla la historia, que no puede ser más glamouroso que Venecia, y los sentimientos que describe. Todo se une en esta novela que es toda una obra maestra. Para leer despacio y sin prisas.

Año de publicación: 1.914.

El autor:




Thomas Mann (1.875-1.955). Alemán nacionalizado estadounidense. Con una vida amorosa orientada hacia la homosexualidad, finalmente se casó con Katia y formó una familia. 
Premio Nóbel de Literatura en 1.929.
Se exilió a Estados Unidos, siendo un gran detractor de Adolf Hitler.

Fragmento: 

"Otra vez se presentaba a la vista la magnífica perspectiva, la deslumbradora composición de fantásticos edificios que la república mostraba a los ojos asombrados de los navegantes que llegaban a la ciudad; la graciosa magnificencia del palacio y del Puente de los Suspiros, las columnas con santos y leones, la fachada pomposa del fantástico templo, la puerta y el gran reloj, y comprendió entonces que llegar por tierra a Venecia, bajando en la estación, era como entrar a un palacio por la escalera de servicio. Había que llegar, pues, en barco a la más inverosímil de las ciudades."






domingo, 12 de octubre de 2014

"El unicornio". Manuel Mújica Laínez




Debo reconocer que he tardado más de la cuenta en leer esta novela. Pero eso no significa que no me haya gustado. Es una gran obra. 
Su autor consigue mezclar la realidad con lo fantástico de una manera tan natural, que al lector no le choca en absoluto que el mundo de las hadas y los duendes conviva con la cruda realidad de la Edad Media.
Parece que esta época histórica admite esta convivencia, más que cualquier otra etapa. Incluso los propios personajes de la novela no se asombran cuando lo paranormal aparece en su mundo cotidiano. Forma parte de su rutina y lo ven como algo "normal".

A pesar del título, no es un unicornio el protagonista de la novela. La verdadera protagonista y narradora de la historia es el hada Melusina, que por una maldición de su madre la también hada Presina, está condenada a vivir eternamente, ya que es inmortal. Ella es la encargada de narrarnos, a través de varias generaciones, todo lo que les ocurre a sus descendientes, a los que acompaña de forma invisible a lo largo de sus vidas. 

El amor imposible está presente en toda la obra, ya que Melusina, además de a la inmortalidad, está condenada a no ver satisfecho su amor imposible por uno de sus descendientes, el bello Aiol, que a su vez enamoró a su hermana Azelaís.... y llegados a este punto no voy a desvelar nada más. 

Es una novela llena de misticismo, de héroes y luchas medievales, de castillos, de doncellas y damas perversas, cruzados, trovadores, de intrigas, amores, traiciones,... todo ello adornado con una prosa muy cuidada y densa,  y ambientado en Francia y el Oriente Medio (Petra, Jerusalén...), donde nos encontraremos, entre otros, con el  joven rey leproso de Jerusalén, Balduino IV, con Sibila y hasta con el judío errante.
Poesía hecha prosa en una obra maestra.

El autor: 

Manuel Mújica Laínez (1.910 - 1.984). Nacido en Buenos Aires y apodado "Manucho". Periodista y escritor. Se considera que su obra maestra es "Bomarzo". 

Para ampliar información pincha aquí







Fragmento: 

"En dos o tres oportunidades, cambié con el conde de Flandes unas frases pasajeras. Por ellas entreví que su austeridad era acaso un barniz con el cual disfrazaba su indecisión. 
_ Melusín de Pleurs,- me dijo, mientras íbamos atravesando la sonriente Provenza, que perfumaba nuestra marcha con sus rosas-, ¿Existirán las hadas, caballero Melusín, o serán invento de trovadores?
 _ Existen, monseñor.
 _ ¿Cómo lo sabes?
_Todo el mundo lo sabe, monseñor. Existen las hadas, como existen los ángeles. 
Quedó en suspenso, como si meditara. Enseguida, frunció el ceño: 
_Los ángeles son criaturas de Dios. No juegues con ellos, que sería profanar. 
Me torcí un poco, respetuosa, en el caballo. Hubiera podido argüirle que nuestra senda, a través de Francia, estaba sembrada de hadas y de ángeles, pero no me hubiese entendido y quizás hubiera tomado por loco al joven caballero. Y sin embargo, enjambres de ángeles y enjambres de hadas cruzaban el cielo constantemente, en el largo camino. Los ángeles balanceaban sus incensarios encima de la tropa que se dirigía a Jerusalén, y las hadas, reconociéndome bajo la insólita envoltura militar, me saludaban desde lejos, asombradas. "